Peñíscola no se apaga con el final del verano. Al contrario: septiembre le sienta bien. Se despide del calor más sofocante y de las multitudes, y se queda con la mejor parte: buen tiempo, tradición y calma. ¿Por qué deberías visitar Peñíscola en septiembre? Desde el Hotel Castillo de Peñíscola se nos ocurren varios motivos.
El primero es el clima. El sol sigue brillando, pero con una intensidad más amable. Los paseos por el casco antiguo y las tardes de playa se disfrutan más sin un calor tan agobiante. El segundo, la tranquilidad. Las calles empedradas del centro histórico, que en pleno verano se llenan de turistas, recuperan su ritmo pausado. Subir al Castillo del Papa Luna o perderse en los miradores del casco antiguo es un placer distinto cuando el entorno respira calma.
El tercero es que septiembre sabe diferente. Con menos prisas, menos gente y más calma, la gastronomía se disfruta de otra forma. Una paella junto al mar sin colas, una cena en el casco antiguo con vistas al castillo o un vermut tranquilo en una terraza donde todavía se puede sentir la brisa estival.
Por último, aunque no menos importante, septiembre es tiempo de fiesta. Del 7 al 14 de septiembre Peñíscola celebra sus fiestas patronales, declaradas de Interés Turístico Nacional, en honor a la Virgen de la Ermitana con celebraciones que combinan tradición, danza, música y fuegos artificiales.
Septiembre es el mes en que Peñíscola respira y deja respirar. Un momento perfecto para conocer su esencia, entre el murmullo del mar y el eco de sus fiestas.
“Septiembre sabe diferente. Con menos prisas, menos gente y más calma».